En 1952, un joven de 25 años llamado Robert Fosse participó como coreógrafo en el rodaje de Bésame, Kate, dirigida por George Sidney, uno de los grandes musicales clásicos de Hollywood. Veinte años más tarde, se estrenaba la segunda película como director de Fosse, entonces ya conocido como Bob, que se tituló Cabaret (1972), consiguió ocho Óscar y lo convirtió en una de las leyendas del cine americano de los 70. ¿Qué había ocurrido en medio como para que se produjera esa transformación? Necesitaríamos todo un libro para explicarlo, pero por ahora baste con decir que entre una y otra película median, por lo menos, dos revoluciones: la que había experimentado el propio musical cinematográfico, que lo había conducido a su colapso durante los años 60, y la que llevó a cabo el mismo Fosse, desde los ballets que concibió para algunos films de Stanley Donen en los 50 hasta la atrevida Noches en la ciudad (1969), su primer largo y un fracaso económico en toda regla. Hay que ver Cabaret, pues, como una venganza: Fosse no solo regresó a Hollywood para rodar un musical de alto riesgo, distinto a todo lo que se había hecho antes en el género, sino también para saborear las mieles del éxito que se le había negado anteriormente.

En efecto, Cabaret es un musical a contrapelo, lleno de furia y de malestar. Al contrario de lo que sucede en la tradición del género, el tema no es romántico ni sentimental, sino más bien amargo y sombrío: las dramáticas tribulaciones de una joven norteamericana, estrella del cabaret, en el Berlín de entreguerras, mientras los nazis empiezan su irresistible ascensión al poder, todo ello trufado de amores contrariados y acontecimientos luctuosos. Y el estilo es anfetamínico, sustituye los plácidos números musicales de la edad de oro del género, habitualmente filmados en armoniosos planos generales, por un montaje percutiente y nervioso, a juego con los bailes décontractés coreografiados por Fosse, alternando entre las sombras amenazadoras del local nocturno del título y la luz dudosa del exterior, donde las peripecias íntimas de la protagonista (Liza Minnelli, garantía de continuidad en el musical), su novio y sus amigos quedan contrapuestas a la debacle colectiva que se avecina. En una pirueta formal procedente de la obra teatral en que se basa, Cabaret empieza y termina con imágenes deformadas del público en los espejos del local nocturno. Y en el fondo se trata de eso: una deconstrucción –radical y perversa– del musical clásico.

 

CABARET

Teatro Filarmónica
14 de marzo, 17h

Entrada libre hasta completar aforo

ALFONSO DE VILALLONGA & DARLING STRING QUARTET | UN CABARET DE CINE

Teatro Campoamor
16 de marzo, 20h

Retirada de invitaciones en oviedo.es y en la taquilla del Campoamor desde el 14 de marzo