Lagartija Nick es un grupo granadino que, desde su creación a principios de los 90, siempre se ha caracterizado por buscar un lugar periférico e incómodo desde el que cantar. Esto se percibe en su evolución musical, que transita del rock alternativo de sus inicios (Inercia, 1992) al sonido más industrial y oscuro de trabajos como Hipnosis (2012).
Pero, además, la búsqueda de puntos de fuga ha abierto la música de los Lagartija Nick a otras modalidades artísticas y tradiciones, ampliando y problematizando su propuesta estilística.
Este es el caso de su relación con el flamenco y Enrique Morente en Omega (1996), con el cine surrealista en Val del Omar (1997) o con la obra literaria del hermano del frontman Antonio Arias, Jesús, en Los cielos cabizbajos (2019). Todo ello —cine, máquinas y poesía— se reúne en su nuevo espectáculo, que adapta la desconocida poesía de Luis Buñuel.
El espectáculo que vais a representar en SACO no es únicamente una traslación de vuestro último trabajo (Los cielos cabizbajos, 2019) sino que incorpora elementos cinematográficos y anuncia partes del próximo disco.
Exactamente. Durante la pandemia se pudo terminar un proyecto sobre Buñuel que estaba ahí aparcado desde 2017. Vimos que, a la hora de afrontarlo, lo mejor que tenía es que tiraba de las tramas anteriores: generacionalmente está hermanado con la figura de Val del Omar, otro poeta y cineasta, y Lorca. Por supuesto, tiene mucho que ver con la reivindicación musical y política de Los cielos cabizbajos.
No deja de ser una música incidental, en el sentido de que va acompañada por imágenes. Buñuel odiaba la música en el cine, eso para empezar. Pero como cantamos su poesía, pues no creemos que le importe que acompañamos su cine de música. Al igual que Val del Omar, en cuya poesía también nos basamos, y por supuesto Lorca y Los cielos cabizbajos de mi hermano Jesús Arias. Así que, al mismo tiempo que tenemos ganas de presentar como único el proyecto de Buñuel, también vemos que vive y sobrevive gracias a todo lo que se ha hecho antes.
Trabajáis con la poesía de Buñuel: siempre estáis ahí, en esa especie de triángulo incómodo entre poesía, cine, música.
La poesía de Buñuel no explica su cine, es anterior. Está muy inspirada por Lorca, pero al mismo tiempo nos da la posibilidad de trabajar sobre un sistema más onírico. En Los cielos cabizbajos consideramos que la estructura de la canción y la de los arreglos de orquesta es cubista. Y en muchas de las canciones, también colaborará David Montañés, que fue el arreglista de música clásica de Los cielos cabizbajos. Dijimos: tenemos que significar lo onírico, ¿no? La parte en la que está inspirada de la obra de de Buñuel es la de La edad de oro y Un perro andaluz. Buñuel no recuperó su poesía hasta el final de sus días, y es esporádica y de época muy temprana, lo que nos da la oportunidad de centrarnos en el blanco y negro, en el surrealismo… Queremos despertar el mundo de los sueños. Es muy ambicioso, pero va en esa línea.
También utilizáis una serie de proyectores y una pantalla central durante el espectáculo, ¿no?
Sí, porque ya tuvimos una experiencia muy buena con Cube, una empresa de Barcelona que nos diseñado los escenarios y la puesta en escena. En este caso, está basada en el amor al cine. Usamos como iluminación una serie de proyectores de Super 8 que tienen películas originales de Buñuel y se proyectan sobre nosotros. Es un homenaje al cine: la luz no es importante para la banda, sino que hay una intención de que todo aparezca en escena, tanto los que estamos en directo como la figura de Buñuel. Compartir la experiencia que significa invadir la obra de otro artista con esa libertad.
En vuestra discografía destaca la relación entre las diferentes artes. ¿Qué importancia le das tú a este diálogo con Buñuel?
Nos enfrentamos a un tipo Leonardo da Vinci, que no tiene una sola dimensión. No se le puede entender solo con la poesía, no se lo puede entender solo con el cine. Es más ambicioso intentar explicarlo con las claves que da él mismo, en su propio misterio. Pero, por supuesto, lo que nos interesa es la integración de la palabra con la música, porque son los poetas lo que nos van modificando: Val del Omar nos forzaba a tratar la música de manera distinta; ahora estamos hablando de cómo podemos interpretar los sueños con la poesía de Buñuel, en Omega vimos cómo podíamos significar mejor el ruido de la ciudad y el entorno urbano… Todo ese tipo de manifestaciones artísticas están dentro de la misma obra, no nos inventamos nada.
La cuestión de los proyectores se relaciona con la parte mecánica, industrial, de otros proyectos vuestros. ¿En qué medida trabajáis aquí con esa «mecánica mística» de la que habéis hablado en otras ocasiones?
La mecanística es el mensaje de Val del Omar que invita a la repetición mística, pero a través de la máquina. De tal manera que lo que quiere comprobar es que la máquina es humana. Así la abordamos en el disco Val del Omar. La relación con las máquinas, sobre todo en directo, suele ser de amor y odio. Nosotros vamos a los principios del cine cuadrafónico de Val del Omar: a desbordar la pantalla, a recrear el sueño de la máquina. Tenemos que ver lo humano de la máquina. Pero al mismo tiempo, el seguimiento de la máquina crea un rechazo, porque la máquina te tiene que seguir a ti.
En esta gira, además, volvéis a aplicar un concepto de Val del Omar, el de «sonido diafónico». ¿En qué consiste?
Val del Omar quiere demostrar que hay una fuente frontal que nos dice lo comprensible, pero nuestro subconsciente está en el mensaje que se oye desde atrás. Son mensajes del subconsciente, pueden ser risas del público, puede ser algo absolutamente aleatorio que conforma el mensaje frontal. El subconsciente habla también y no puede evitar responder al consciente que está intentando darle forma a una idea, que está gritando y aúlla. Ocurre muchas veces, de chicos, cuando llegamos y hemos hecho algo malo, y le decimos una frase a nuestra madre que era justo la que no queríamos decir. Pero el subconsciente aúlla, y eso es lo que representa el sonido diafónico.
En otros discos insistíais en la recuperación de la tradición flamenca. Aquí, de alguna manera, en la tradición poética de la Generación del 27. ¿Qué importancia tiene la idea de tradición?
A través del estudio de las músicas tradicionales tenemos la oportunidad perfecta (la jota aragonesa, los tambores de Calanda…) de buscar en lo que había antes de nada. Al igual que en Omega solo podíamos aportar música si atendíamos al flamenco —porque así aportas música al mundo desde el rock sajón— este proyecto permite unir el concepto de perro andaluz de Buñuel con Goya. La música es el mejor centro para los lenguajes, porque siempre se asemeja al conocimiento local. Hablar la lengua con acento hace que el gesto empático sea mucho más grave.
HOMENAJE A LA GENERACIÓN DEL 27 POR LAGARTIJA NICK
11 de marzo
Teatro Campoamor, 20h
Retirada de invitaciones en oviedo.es y en la taquilla del Campoamor a partir del 9 de marzo
Por XAIME MARTÍNEZ