Naciste y creciste en una aldea rural cerca de Coímbra. Cuentas que no tenías televisión y que escuchabas las historias que contaban las personas ancianas, una manera de narrar que quizá hoy está ya perdida. ¿Hasta qué punto crees que esa infancia y adolescencia en contacto con la naturaleza y las “ficciones de la vida real” marcaron la manera en que ahora concibes tus películas?
Viví hasta los 17 años en una pequeña aldea rural en un Portugal rural y atrasado que estaba saliendo de la dictadura, en el seno de una familia muy pobre, como eran la mayoría de las familias de esa época. Ese corto período de la infancia y adolescencia estuvo marcado por experiencias tan fuertes para mí que determinaron los contenidos y la dirección de la carrera artística que acabaría teniendo. Mi familia era disfuncional y había en ella casos de enfermedad mental, como mi madre que tenía esquizofrenia o su hermano, el Tío Tomás, que tenía «sus manías».
Mucho más tarde, ya adulta, descubrí la animación. Yo quería hacer una película pero no tenía formación para escribir un guion, no me sentía capaz de crear historias y aventuras fantásticas o abordar temas apasionantes y ambiciosos, y la forma que encontré de contar historias fue la de hablar de las pequeñas cosas simples, de los asuntos que conocía mejor, los míos. Me inspiro en los recuerdos de ese período y abordo en mis películas ese tipo de personajes atípicos porque fueron esos los modelos de personas adultas y de mundo que yo tuve. Y así acabé por encontrar mi propia gran motivación, la de rendir homenaje, un tributo, a las personas anónimas que conocí, las situaciones que represento son mi forma de escribir, ya se trate de mi propia historia o de la de esas personas: siento que no pudieron tener voz y serían olvidadas si yo no hablara de ellas.
Tu formación académica es en Bellas Artes. ¿Cómo llegaste a trabajar en el campo de la animación?
Descubrí la animación por casualidad. Siempre tuve que trabajar para pagar mis estudios y al inicio de mi tercer año en la Facultad busqué trabajo una vez más, conocí algunas personas que trabajaban en el único estudio de animación que había en Oporto en aquel momento, vieron mis dibujos, les gustaron y me dijeron «¿por qué no vas al estudio y muestras tus dibujos? Vamos a iniciar un nuevo corto de animación, necesitamos personas para trabajar”. Fui, mostré mis dibujos al director del estudio, Abi Feijó, le gustaron y me dijo «empiezas mañana”.
Al principio trabajé en las películas de Abi y más tarde él me dio la oportunidad de desarrollar mis propias ideas, lo cual resultaba muy excitante. Pero después del entusiasmo inicial de hacer mi propia película comprendí que no era tan simple: me di cuenta de que mi formación era visual, no tenía el hábito de escribir historias y sabía poco de cine. Y cuánto más intentaba seguir las nociones generales de “escritura de un guion”, menos interesante era el resultado y más bloqueada me sentía. Entonces, viendo mi dificultad, Abi me dijo esto: “No hagas caso de esas reglas de escritura de guion, piensa sólo en algo que sea importante para ti y no te obsesiones con escribir un texto que encaje en las normas pero que pueda estar vacío de contenido. Si lo que tienes que decir es realmente fuerte e importante para ti, te dedicarás en cuerpo y alma y eso va a verse en tus imágenes. Esa es la motivación que necesitas para superar todos los problemas y etapas de ejecución de la película. Y al final, las personas que vean la película, de alguna forma sentirán también esa fuerza en tus imágenes.»
Esa fue, es y será siempre una de las enseñanzas más útiles que aprendí: buscar en mi interior una imagen, una sensación o emoción que sea realmente importante. Fue así que surgió la idea y la motivación para a hacer mi primera animación, el cortometraje A Noite, que es sobre una niña que tiene miedo de la oscuridad, inspirada en mi infancia y en la relación con mi madre. Esa enseñanza de Abi me guió en todos los proyectos siguientes.
"Creo en la importancia de que los cortos de animación de autor experimenten tratamientos visuales y narrativos diferentes, en la importancia de la diversidad de las formas visuales y temáticas abordadas para formar y ampliar el espectro del gusto del público, para inspirar y renovar no sólo la industria -para que esta que se renueve y evolucione- sino incluso la propia democracia."
Cuatro cortometrajes estrenados a lo largo de veinte años dan idea de procesos creativos largos, de películas hechas sin prisas…
Sí, realicé cuatro películas, A Noite, História Trágica com Final Feliz, Kali o Pequeno Vampiro y Tio Tomás e a Contabilidade dos Dias, todos ellos con visuales extremadamente complejos. Pienso que eso se debe a mi “defecto” de haberme formado en Artes Plásticas: no consigo desconectar de la “imagen individual” y necesito que cada una de ellas alcance riqueza visual. A veces pasa por mi cabeza una idea extrema: “si hay un problema y la proyección se detiene en la sala llena de espectadores, sería horrible si la imagen fuera fea, me sentiría muy avergonzada, sería cómo si alguien abriera la puerta y yo estuviera en ropa interior” ;-).
Además de eso, yo trabajo en cortos de animación de autor. Recibo apoyo público para hacerlos, así que siento que tengo también una responsabilidad personal y el deber de utilizar esos medios para hacer el mejor trabajo posible. Yo creo en la honestidad artística e intelectual y en cada película paso por un largo período de experimentación y de búsqueda narrativa y gráfica, investigo profundamente cuál es el aspecto visual que mejor sirve a ese proyecto, a esa historia. Y tal vez acabo haciendo una inversión personal de 2€ o 3 € por cada euro que recibo… Pienso que ese es el período en la elaboración de la película al que dedico más tiempo.
Creo en la importancia de que los cortos de animación de autor experimenten tratamientos visuales y narrativos diferentes, en la importancia de la diversidad de las formas visuales y temáticas abordadas para formar y ampliar el espectro del gusto del público, para inspirar y renovar no sólo la industria -para que esta que se renueve y evolucione- sino incluso la propia democracia.
Tus películas tienen un carácter muy personal, tiene mucho peso el dibujo y las técnicas de ilustración y animación tradicionales. En una era dominada por la animación industrial elaborada con grandes equipos que trabajan en áreas muy específicas, tu cine muestra orgullo por el trabajo artesanal y una concepción integral de la obra final.
Precisamente por no haber estudiado animación no experimenté ese cierto “formateo” que esa formación conlleva, lo que me permitió inventar mis propias técnicas. Yo estudié Artes Visuales/Pintura, mi gusto artístico estuvo marcado por la historia del Arte, por el cuidado en la composición de la imagen, por las texturas orgánicas, por el poder del claroscuro y por las técnicas de pintura.
En mi primera película A Noite al comenzar el storyboard cogí el lápiz que tenía más a mano, sin pensar en su color, y por pura coincidencia era carmín quemado. Se trataba de mi primera película, así que me esforcé por transmitir como mejor sabía la emoción que buscaba en cada dibujo. Como resultado, di gran énfasis a la expresión de los personajes y a la interacción entre luz y sombras. Yo era consciente de que se trataba de una historia muy simple que sólo tendría vida si era capaz de darle el correcto tratamiento visual, dramático y sonoro. Cuando terminé el storyboard vi que tenía delante un conjunto muy coherente de dibujos de determinado color, con una textura y con un juego de luz y sombra muy interesante, que creaba en su conjunto un ambiente bastante fuerte. Gracias a su textura y atmósfera monocromática, esos dibujos me recordaban vagamente la película Kafka de Piotr Dumala, un realizador polaco que había visto unos años antes. Me habían dicho que él trabajaba con yeso. Inicié entonces una investigación sobre grabado en placas de yeso, intenté varios métodos con diferentes materiales y diversas tintas y herramientas. Después de varias tentativas, muchas de ellas frustrantes, finalmente conseguí resultados interesantes que no sólo respetaban mis dibujos, aumentando su potencial de textura, luz y sombra, sino que además enaltecían el drama y la poesía de la película. Era ese el ambiente que yo estaba buscando. Había encontrado así la técnica y tenía sentido: para una historia sobre el miedo a la noche, parecía coherente usar tinta oscura sobre yeso blanco, raspando la superficie negra para revelar la luz.
Me gustó mucho el resultado visual y en mis películas siguientes seguí explorando y desarrollando técnicas de grabado en animación, usando medios y soportes diferentes a medida que la tecnología fue evolucionando. A veces bromeo y digo que mis técnicas evolucionaron “de la piedra al píxel”, toda vez que mi primera película fue ejecutada literalmente en grabados animados sobre piedra (yeso), pasé después por fases en que utilicé otros soportes más leves como grabado animado sobre papel y más recientemente hice mi conversión a las nuevas tecnologías (el píxel). Así, a lo largo de mis películas y de los diferentes soportes que he experimentado siento casi como si hubiera atravesado las diferentes eras de la historia del arte, desde la Prehistoria hasta la época moderna. Mi estilo personal se fue definiendo gradualmente, marcado por tonos monocromáticos, una fuerte expresión orgánica y una acentuada exploración de luz y sombra.
Este camino ha sido también importante para que yo comprenda que no es la técnica o el soporte utilizado lo que establece la individualidad de un artista y cómo es importante definir nuestro lenguaje personal de forma de que, cualesquiera que sean los medios utilizados, estos estén al servicio de quien crea y no al revés.
Una idea muy presente en tus cortos es la defensa y la reivindicación de la diferencia y la diversidad, de la importancia de encontrar un lugar propio. Esto es especialmente claro en História Trágica Com Final Feliz o Kali, O Pequeno Vampiro. Y también están muy presentes los miedos más esenciales de la humanidad (y en particular de la infancia): la noche y la oscuridad, la soledad, el miedo a sentir que no te quieren…
Como expliqué antes, desde mi primera película para superar mi completa inexperiencia en cine y guion la forma que encontré de crear historias fue hablar de temas simples a partir de mis memorias y vivencias personales como los miedos, la soledad, la diferencia, etc, las pequeñas cosas que parecen básicas y sin importancia, pero con las que yo me sentía más a gusto. Por un lado, porque no eran pretenciosas; por otro lado, yo las conocía bien y eso me daba más coraje para abordar ese medio completamente desconocido para mí que era el cine: al menos sabía de lo que estaba hablando.
Después, cuando la película estuvo lista y comenzó a circular, me quedé sorprendida porque tuvo bastante buena acogida y me di cuenta de que esta era una vía posible para crear mis historias: lo que me interesan son los pequeños dramas cotidianos, las vidas simples y aparentemente insignificantes de las personas comunes. En las películas siguientes seguí explorando esa vía, inspirándome en mis propias historias, en mi infancia y en las personas que me rodeaban. Sin embargo, procuro que mis películas no se agoten en un simple visionado e intento usar varios niveles de contenido e interpretación, referencias sutiles y pistas que espero que se vayan revelando en cada nuevo visionado. Mis películas son a menudo estudiadas para reflexionar sobre temas más profundos como por ejemplo “los miedos en la infancia”, “la importancia de la diferencia en la sociedad”, “la herencia que una generación deja a la siguiente”, etc. El hecho es que 20 años después mis películas aún se siguen viendo mucho.
Yo abordo temas muy primitivos, las emociones básicas del ser humano en su estado casi animal. Lo curioso es que, aunque yo tenga una filmografía corta, mis películas se convirtieron en referencias en la historia del cine de animación internacional; tal vez por los temas que abordo, tal vez por las técnicas que uso, tal vez por haber una coherencia interna entre ellos, cómo si formasen parte de una misma obra que voy construyendo poco a poco. No sé muy bien la respuesta, pero tengo una teoría sobre eso: al aprender que era posible utilizar en los guiones temas personales pero bastante banales y comunes a todas las sociedades -la soledad, el miedo, la diferencia, etc-, tal vez por eso se vuelvan tan universales, puesto que cualquier persona que haya pasado por situaciones semejantes, aquí o en China, puede reconocerse e identificarse con la película. Pero la forma en que abordo esos temas es mía y única, la forma visual y las técnicas son personales, lo que dibujo y describo se basa en mi experiencia individual, los personajes son las personas con que crecí, las situaciones que represento se basan en episodios simples de nuestras vidas. Así, mis películas son a la vez universales y extremadamente personales, pienso que esa es su principal fuerza y la razón por la cual se han vuelto icónicas.
Aunque todas tus películas parecen aludir, de alguna forma, a sentimientos y experiencias personales, en O Tío Tomás haces de forma explícita un homenaje a una persona de tu familia. Es también una reivindicación de la diferencia, del amor y los valores que nos pueden inspirar personas que, a veces, la sociedad no comprende o no sabe cómo encajar.
Desde que mi Tío Tomás murió en 2005 yo tenía la intención de hacer una película sobre él, que fue con quien empecé a dibujar -en las paredes de su casa- cuando era pequeña. Mi motivación era rendir homenaje a mi tío, que fue un hombre simple y excéntrico, con una vida anónima; no estaba casado, no tenía hijos, no era importante para nadie, pero fue muy importante para mí. Y era un hombre bueno. Con esta película yo quería que las personas lo vieran como yo lo veía, que lo admiraran y respetaran, quería mostrar que no es necesario hacer nada extraordinario para ser excepcional en la vida de alguien.
Pero mi Tío Tomás era también un misterio para mí, tenía innumerables obsesiones y la mayor era su manía por los números, pasaba horas y horas todos los días haciendo cálculos y dejó montones de hojas cubiertas de números. Era fascinante. Yo guardé parte de esos documentos, así como los diarios que mantuvo siempre, aunque su vida era aparentemente banal él encontraba siempre algo que escribir todos los días. Guardé también algunos de sus objetos que él usaba en su escritura, que para mí conservaban en sí mismos la presencia del Tío Tomás. Para mí todo este material era precioso y quería usarlo en la película, bien en la imagen, bien en la construcción de la historia. Así, a partir de mis recuerdos de mi relación con el Tío Tomás y todo ese material suyo que guardé, como punto de partida le escribí una carta póstuma que fue esencial para desarrollar el guion de la película y de la que también utilicé fragmentos para la voz en off.
¿Puedes explicar como es tu proceso creativo, desde que tienes la primera idea hasta la forma final?
Con frecuencia me invitan a dar conferencias y clases sobre mi trabajo, lo que me llevó a reflexionar profundamente sobre mi proceso creativo. Eso me hizo ser consciente de que necesito pasar por las siguientes etapas:
1- IDEA / INTENCIÓN: El principio. Cualquier idea puede ser buena: puede comenzar con una imagen que nos inspira o un sonido, por un recuerdo, puede ser sugerida por alguien, por algo de naturaleza personal…
2- MOTIVACIÓN: Es un elemento esencial. La animación es muchas veces un trabajo pesado, largo, frustrante, se tarda demasiado tiempo y surgirán dudas y ganas de desistir. Así, preguntarnos la razón por la cual queremos desarrollar este proyecto nos da la MOTIVACIÓN, que es la fuerza que será útil en cada etapa hasta la conclusión del trabajo, para que nunca se pierda de vista el objetivo final.
3- BÚSQUEDA DOCUMENTAL / INSPIRACIÓN / INFLUENCIAS: buscar autores, documentos, textos, buscar las imágenes, la inspiración en otras formas de expresión artística que nos ayuden a documentar, desarrollar y consolidar nuestra idea. Eso nos va a dar confianza y convicción para avanzar, es cómo tener amigos que nos apoyan, sentimos que no estamos solas y que sabremos de lo que estamos hablando cuando presentemos nuestra idea a otras personas.
4- ZONA DE CONFORT: Preparar nuestro “nido”, nuestro lugar de trabajo, nuestra ZONA DE CONFORT en la que vamos a trabajar y crear. Rodear nuestro espacio de trabajo de imágenes y objetos que nos inspiran para que la motivación esté siempre presente.
5- BÚSQUEDA GRÁFICA: comenzar a dibujar y hacer bocetos. “Copiar” las imágenes que nos inspiran, equivocarse, enfurecerse, perderse, desesperarse. Se tardan por lo menos tres días hasta que aparezca algo interesante: quizás no es ni siquiera bonito pero puede tener un detalle interesante, un rasgo, un recorte que nos da una pista para desarrollar otra imagen. Así se encuentra el hilo de la trama. Experimentar diferentes materiales, soportes, formas de expresión, colores, iluminación. Arriesgar, experimentar, recomenzar. Encontrar el estilo, el lenguaje personal, requiere trabajo, perseverancia y tiempo.
6- ESCOGER / DECIDIR: de entre los incontables bocetos, seleccionar el camino gráfico que adoptar para el proyecto, definir el concepto gráfico de la película. Es una decisión muy importante, requiere atención, porque a partir de aquí vendrá la ejecución del proyecto, no conviene estar cambiando siempre de idea.
7- EJECUCIÓN: la parte “obrera” del proyecto, trabajar, seguir el plan de trabajo. Pero el proyecto aún no está concluido, hay siempre puntos en que saltan dudas sobre como resolver situaciones: es bueno mantener la mente abierta porque hasta la conclusión del proyecto las cosas evolucionan y la solución para los momentos más indefinidos irá surgiendo y madurando. A veces nos cansaremos y ya no recordaremos la razón del proyecto, y es ahí que la MOTIVACIÓN vuelve a ser importante, porque nos da la convicción para continuar.
8- RESULTADO FINAL: puede parecer extraño, pero el proyecto no acaba inmediatamente. Tiene que ser presentado al público, va a ser “juzgado”, y en soledad delante de una platea sentimos muchas veces fragilidad e inseguridad. Otra vez la MOTIVACIÓN va a ayudarnos porque sabemos la razón por la que apostamos en ese proyecto y eso nos da fuerza.
"Viví y trabajé durante largos periodos en esos países, lo que me permitió aprender mucho sobre la forma de trabajar y de divulgar este arte. Mi trabajo ganó otra dimensión, ganó más aire y profesionalidad y las películas una vez acabadas tuvieron gran aceptación y reconocimiento en los principales festivales y eventos internacionales."
Desde hace ya bastantes años, y a partir sobre todo del trabajo pionero de tu compañero Abi Feijó, la animación hecha en Portugal está alcanzando grandes reconocimientos internacionales e incluso es considerada una cinematografía de referencia. ¿Cómo analizas los cambios que han sucedido en las últimas dos o tres décadas?
A mediados de los años 90 del siglo XX el cine de animación de autor estaba comenzando en Portugal, el primer corto de animación portuguesa con gran reconocimiento internacional, Os salteadores de Abi, cumple ahora 30 años. En esa época la población general nos veía como personas tontas que “hacían unos dibujos de muñecos en vez de dedicarse a un trabajo serio”. Mi vida y la de Abi las dedicamos a luchar por el reconocimiento del cortometraje de autor en animación con paciencia, perseverancia y estrategia: conocemos nuestro país, sabemos que si nos hubiéramos quedado aquí a la espera de que se reconociera nuestro trabajo probablemente eso nunca llegaría a suceder. Así, comprendimos pronto que teníamos que conseguir fuera el reconocimiento para que aquí en Portugal se viese nuestro trabajo desde otro ángulo. Comenzamos a hacer mis películas en coproducción con países donde el cine de animación ya había alcanzado hace mucho un gran respeto. Viví y trabajé durante largos periodos en esos países, lo que me permitió aprender mucho sobre la forma de trabajar y de divulgar este arte. Mi trabajo ganó otra dimensión, ganó más aire y profesionalidad y las películas una vez acabadas tuvieron gran aceptación y reconocimiento en los principales festivales y eventos internacionales. Y solo ahí, con distinciones de nombres conocidos como el Festival de Annecy, los European Film Awards, la short-list de los Óscars, los premios Annie, etc, el público general en Portugal comenzó a comprender que quizá este trabajo tuviera algún interés. Fue un largo recorrido. Portugal es un país pequeño, no tiene un mercado para el cine de animación, que son las series y largometrajes que constituyen los productos de la industria de animación. Lo que se generó a lo largo del tiempo fue una buena comunidad en la animación de autor, cada generación ha contribuido al perfeccionamiento, reconocimiento y afirmación de un cine de animación de firma portuguesa. Esa afinación a lo largo de 30 años de una identidad artística portuguesa llevó este año a la aparición a la vez de dos largometrajes de gran calidad, Nayola de José Miguel Ribeiro y Os Demónios do meu Avô de Nuno Beato, y de por lo menos cuatro cortos de autor de gran calidad, entre ellos Ice Merchants del joven João Gonzalez, nominado a los Oscar en la categoría de mejor corto de animación, algo inédito en Portugal. Este pequeño “boom” deja la sensación y la esperanza que pueda haber un mercado de animación en Portugal. Pero todo depende de cómo la administración -el ICA y el Ministerio de Cultura- actúe los próximos años: hasta ahora los incentivos del ICA han sido esenciales para la afirmación y el progreso de la animación portuguesa y ahora que empezamos a ver resultados cada vez más alentadores los incentivos serán más importantes que nunca para que ese potencial mercado se pueda desarrollar. Pero la administración depende de los poderes políticos que gestionan el país… basta que venga un político ignorante e insensible a la cultura (¡lagarto, lagarto, lagarto!) para que todo este trabajo retroceda décadas.
Algunos cineastas se han lanzado a la realización de largometrajes de animación, como los casos que has citado de José Miguel Ribeiro y Nuno Beato, pero también David Doutel y Vasco Sá que están en ese proceso. ¿Has pensado alguna vez en trabajar sobre historias que exijan películas más largas o prefieres seguir trabajando con los tiempos de los cortometrajes?
Para mí el formato de cortometraje es el que mejor se ajusta a la animación en la que me gusta trabajar, es donde yo me siento más a gusto, lo encuentro más sensible y con una dimensión más humana. Puede que no siempre resulten películas “perfectas” desde el punto de vista formal, pero estoy convencida de que son un importante laboratorio de estéticas, técnicas y narrativas que ayudan a renovar y refrescar la industria, muchas veces repetitiva y apoyada en formulas gastadas y recetas convencionales. Además de creer que yo no tendría ni la capacidad ni la energía para dirigir un largometraje de animación, yo trabajo con formas visuales extremadamente complejas que consumen mucho tiempo de elaboración, lo que difícilmente sería posible en un largometraje pues en estos, incluso cuando son independientes, es necesario hacer concesiones artísticas a las que no estoy dispuesta: el largometraje casi siempre está obligado a responder a un cierto formato comercial que le retira frescura y que exige que la comprensión de la historia pase a través de los diálogos. Y casi siempre es necesario también que “agrade” al público infantil. Yo crecí sin televisión, así que no conozco estos códigos: nunca entendí porque de repente un personaje interrumpe la acción y empieza a cantar 😉