XAIME MARTÍNEZ

Aarón Zapico (Llangréu, 1978) toca el clavecín, un instrumento de cuerda percutida precursor del piano, y dirige Forma Antiqva, conjunto de cámara con una larga trayectoria en la interpretación de música antigua. Es precisamente esta agrupación la que va a poner banda sonora a la película mítica del cineasta danés Carl Theodor Dreyer, La pasión de Juana de Arco (1928), que se convirtió gracias a su escenografía hipnótica, dirección de actores y a la actuación de Maria Falconetti en una de las películas más célebres de la historia del cine.

¿Cómo se ha desarrollado el proceso de poner música a La pasión de Juana de Arco?

Es una de las joyas del cine de toda la historia. En principio no tenía música, y no estaba muy claro qué música sugería o aceptaba el propio Dreyer. Se puso música de todo tipo, desde contemporánea a música improvisada en el momento. Cuando nos lo encargó Pablo de María, yo no había visto el film en su totalidad, lo conocía de oídas. Valoramos todas las posibilidades, desde que nos escribieran música específicamente para ese momento, hasta hacer música barroca, aunque fuese extemporánea. Dándole vueltas y viendo la desazón presente en la película desde que empieza hasta que acaba, con esos primeros planos, llegamos a la conclusión de que lo más acertado era poner música contemporánea de Juana de Arco. Música de 1400 a 1460 aproximadamente.

¿Solo música francesa de la época, o también inglesa?

La vida de Juana de Arco sucede en paralelo a la Guerra de los Cien Años y alrededor de dos polos como Francia e Inglaterra. Alrededor de estos dos polos hemos tratado de retratar el contexto sociopolítico del momento, y el contexto propio de Juana de Arco, con música medieval y de principio del Renacimiento.

Hay muchas versiones de la banda sonora, hecha por conjuntos de música antigua o grupos de pop. ¿Qué hay en esta película para que tenga una relación tan especial con la música?

Bueno, me parece que es una película muy pictórica, con sus claroscuros, con su componente dramático, como todo el primer cine, y esto hace que se desarrolle a una velocidad muy diferente a la que estamos acostumbrados hoy. Esa velocidad y juego de luces y sombras hace que sea para mí muy musical. Además la música de la película tiene una aura de misticismo: se quemó su primer rollo, luego lo reconstruyeron, no se sabe muy bien si Dreyer aceptaba o no aceptaba la música… Eso ayudó a que esta película tuviera su protagonismo musical. Y, aparte, yo creo que estamos viviendo un revival en cuanto a poner música a películas, tanto de una manera estudiada como de otra más improvisatoria, lo cual ayuda a este resurgir, que me parece fantástico.

Sí, incluso hay otra versión de música antigua hecha por un grupo inglés llamado Orlando Consort. ¿Qué crees que puede aportar la música antigua a La pasión de Juana de Arco?

Creo que no se distinguiría mucho de lo que podría aportar una música barroca, clásica o romántica, estando bien escogida. El gran trabajo es ver qué momentos llevan música y qué música en concreto. Cómo vistes y coloreas tú ese momento: cuando entra al juicio, cuando le preguntan su nombre, cuando hay un primer plano absolutamente brutal de ella llorando… El gran problema no es si es Bach, Dupré o Heitor Villa-Lobos, el problema es qué música poner, cómo vestir ese momento. ¿Por qué escogí música del periodo contemporáneo de Juana de Arco? Porque recurriendo a nosotros me parece lo más auténtico y honesto que podemos ofrecer. No porque me parezca que tenga que haber una consonancia histórica entre la escena y la imagen. Para nada. Ahí está la ópera.

¿Y cuál es la relación de Forma Antiqua con el cine? ¿Es vuestra primera incursión en las bandas sonoras?

No, de hecho a Pablo de María y a la gente de SACO los conocimos a través de la Fundación Princesa de Asturias, haciendo un concierto alrededor de ciertas escenas de un film que para mí es de culto: Silencio, de Martin Scorsese. Esa fue otra de las experiencias importantes que tuvimos con el cine, y normalmente trabajamos con el teatro y otras disciplinas.

El personaje de Juana de Arco ha sido reivindicado en muchos frentes, desde la ultraderecha lepeniana a Macron, pasando por el cantautor Leonard Cohen o el cineasta experimental Bruno Dumont. ¿Qué tiene (o no tiene) Juana de Arco para seguir interesándonos seis siglos después de su muerte?

Yo no soy un experto ni muchísimo menos en la figura de Juana de Arco, y entiendo que cada uno arrima el ascua a su sardina, especialmente en esta época que estamos viviendo. Yo creo que con Juana de Arco pasa un poco esto. ¿Qué es lo que atrae? Hay tres factores: que fue mujer, que murió muy joven, y que tiene esa aura de misticismo, lo cual la hace muy atractiva en los tiempos que corren. A mí, particularmente, más que el contexto histórico y su participación o no participación en el momento, lo que me ayuda en este proceso de crear una banda sonora para la película es la propia película. Me agarro a algo muy tangible como el ritmo de los personajes, los planos, el color o la sombra… Si no, todo lo demás son especulaciones que quizá no se entiendan tan bien. Hay una escena y un ritmo ya creados, y nosotros tenemos que crear sobre eso, intentando no transgredir o variar la obra de Dreyer.