XAIME MARTÍNEZ

El caso de José Francisco Montero es infrecuente: en una escena cultural que exige de sus participantes que ocupen, a un mismo tiempo, todas las posiciones (es decir, que sean directores de cine, críticos de cine y, a poder ser, espectadores de cine), Montero ha escogido una posición única, aunque heterogénea: la del escritor. De formación filosófica, Montero ha destacado por escribir libros intensos y comprometidos consigo mismos sobre figuras tan diversas como Jean-Pierre Melville o Paul Thomas Anderson, además de coordinar multitud de revistas especializadas y escribir artículos sobre diversos aspectos relacionados con las artes audiovisuales.

Con la diversidad que lo caracteriza, Montero impartirá un curso para SACO sobre el cine de ciencia ficción, y por ello hablamos con él de cine de género y de escritura cinematográfica.

Has escrito mucho sobre cine, tanto en monografías como en revistas, de una manera formalmente arriesgada. ¿Crees que la escritura sobre cine es demasiado conservadora?

Bueno, probablemente la escritura sobre cualquier cosa, si pensamos cuantitativamente, es en general conservadora en términos formales. Por fortuna, en todos los ámbitos también están, en mayor o menor número, los que pretenden huir de las rutinas. También en la escritura sobre cine… a pesar de que tal vez sí, sea un espacio particularmente conservador. Personalmente sí puedo decir que para mí ese riesgo formal así como el aspecto literario de lo que escribo es prioritario. Pero no por mero formalismo: las decisiones formales son significativas; me parece que con frecuencia son la única vía de profundizar más. Dicho todo esto, creo con sinceridad que en este aspecto debo llegar mucho más lejos de lo que he hecho hasta ahora.

El músico Frank Zappa dijo que «escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura». ¿Compartes su opinión en lo que toca a la escritura sobre cine?

Más bien no. Aquí entraríamos en un terreno de lingüística que no sé si estoy en condiciones de abordar. La diferencia es que el grado de abstracción de la escritura es mucho mayor que la del baile. No obstante, volviendo a lo que hablábamos en la anterior pregunta, sí creo que la escritura sobre cine es, antes que otra cosa, escritura.

En cualquier caso, esta pregunta que me haces es de una complejidad enorme. Es decir: ¿qué es escribir, escribir sobre cualquier cosa? Si uno decide escribir sobre un río, puede decidir escribir un poema, un ensayo, una ficción… cualquier cosa menos bañarse en lo que escriba. Es como lo de “Del rigor de la ciencia”, de Borges: las distancias, los cambios de escala… son los que permiten que el mapa diga algo del territorio, que en definitiva sea útil. Desde luego los ensayos audiovisuales pueden ser unos textos de una gran elocuencia… pero no creo en absoluto que sean los únicos textos posibles. Es como el libro de Susan Sontag sobre la fotografía sin fotografías: me parece un camino igualmente legítimo, desde luego, que los ensayos audiovisuales, por ejemplo, de Jean-Luc Godard.

Dicho esto, creo que es ineludible (y es lo que lo hace con frecuencia más difícil) atenerse al objeto real (digámoslo así) del que estás escribiendo. A veces no hay más remedio que dejar que el texto de que estás escribiendo te estropee una buena idea, una reflexión que te parece interesante. Este momento en que vas a comprobar en una nueva visión de la película que lo que has escrito se ajusta a ella y dices “¡me cago en la puta! No es como yo lo recordaba, me ha jodido la idea”. Mi ideal (que no tiene por qué ser el de los demás, por supuesto) es armonizar el rigor y la inventiva.

La escritura, y tu escritura en concreto, nos proporcionan un modo de leer o de releer las películas. ¿Es el cine un modo de releer, a su vez, la realidad?

Cualquier texto lo es. También una película. Me parece que es una relectura de la realidad, pero también la construcción de otra realidad., una realidad en sí misma.

Jean-Pierre Melville, el director francés objeto de tu último libro, tomó su apellido del autor de Moby Dick, y acostumbraba a encabezar sus películas con citas literarias o filosóficas. ¿Te interesan especialmente los autores en los que se entrelazan escritura e imagen?

No, no creo que especialmente. Aunque es cierto que esto que comentas es muy patente en Melville sobre todo en Le silence de la mer, que entre otras muchas cosas no solo es una adaptación literaria sino una reflexión sobre el hecho mismo de la adaptación.

Tanto Melville como Paul Thomas Anderson, sobre el que has escrito una monografía, suelen hacer un cine innovador a partir de esquemas de géneros previos, y sobre todo del cine negro. ¿La innovación debe tener su punto de partida en los géneros «populares»?

No, no. En absoluto. Puede tenerlo, por supuesto, pero no tiene que ser necesariamente así.

¿Qué importancia tienen estos géneros populares en la historia del cine, y en tu historia del cine particular?

En la historia del cine desde luego han tenido una importancia enorme… como en la de la literatura, el teatro… Una relevancia tanto creativa como industrial, sobre todo en la historia del cine americano… pero por extensión en todas las cinematografías.

Personalmente no es algo para mí decisivo. Me importa menos, cuando veo una película, el género en cuestión (si es que pertenece claramente a alguno) que el talento que hay detrás. Eso sí, cuando uno ha tenido un mal día ver una buena comedia es una magnífica idea.

Cada género ofrece sus atractivos propios. La ciencia ficción, por ejemplo, género en el que se centra el curso que voy a impartir durante SACO 2019, proporciona unos placeres (en sus mejores muestras) que pertenecen muy específicamente a este género: explorarlos es también una generosa fuente de placer.